La abundante agua que emana por todos los vertientes de Mariola ha conducido a las generaciones sucesivas de la zona a desarrollar una gran variedad de infraestructuras para aprovecharla al máximo. Así, una ristra de acéquias, muchas de ellas de origen árabe, hacen llegar el preciado líquido a cada rincón donde no llega de forma natural para regar plantaciones, sin dejar de lado la extensa red de balsas, como la de la cueva de la Font de Alfafara, que sirven para almacenarla en tiempos de abundancia.
Una mención especial merece el número de fuentes distribuidas tanto por los núcleos urbanos como por las afueras. Los lavaderos públicos son otra instalación frecuente en las localidades de la sierra de Mariola.
Finalmente, la fuerza de ríos y de ramblas como el Clariano o el Vinalopó ha sido históricamente el motor de la industria textil y papelera de la zona. Así, a lo largo de sus cauces se distribuyen todo tipo de molinos que evocan una época en la que el agua constituía la única fuente de energía que existía.