En un paseo por Agullent podremos ver la font Jordana, diversas fuentes y lavaderos, el convento de Sant Jacint, la iglesia de Sant Bertomeu, el molino harinero, la plaza mayor y el ayuntamiento,…
El agua hace camíno, y su paso marca el sendero de la vida. A su vera, el árbol crece ufano, se pasta adobe para hacer casas y el repique de su paso permite refrescar el cuerpo, remediar la sed y reconciliar el alma.
En la Font Jordana estalla desde antiguo la transparencia acuosa de la vida, y a su alrededor se alza un pueblo que ha crecido, pero ha sabido conservar su patrimonio más entrañable: aquel que habla de la vida cotidiana.
Siguiendo el trazado de la acequia, haremos ruta para descubrir el Agullent antiguo. Aquel pueblo que diseñaron sabiamente alrededor del paso del agua, que se convertía en la fuerza para mover el molino, en la humedad que alimentaba la hortaliza, en el agua bendita de la ermita y en el pan de cada día.