El molino de Agullent data de mediados del siglo XV, si bien parece que se construyó junto a otro anterior. Los molinos hidráulicos en nuestras tierras tuvieron su época de esplendor del siglo XVIII a principios del siglo XIX. En España después de la Guerra Civil se produjo un periodo de reanimación hasta la decadencia definitiva y el cierre masivo entre los años 50 y 60.
El Molí Fariner de Agullent estaba explotado en régimen de arrendamiento. En principio el señor propietario del molino era el rey, a quién el molinero le pagaba el censo que le daba derecho a su explotación. Posteriormente el molino fue comprado por diferentes particulares. Los propietarios del molino eran forasteros, no vivían en el pueblo y, por lo tanto, el único trato que el molinero tenía con ellos era el pago del arrendamiento.
El molino empleaba el agua que venía desde la Font Jordana para la utilización de la cual había establecidas unas ordenanzas, puesto que esta agua se empleaba también para regar algunas huertas del pueblo. En el siglo XX y al menguar el capital de agua, pues también era empleada por la industria, se instaló un motor para complementar la fuerza hidráulica.
El proceso que convertía el agua en fuerza mecánica para accionar la maquinaria ya no es aquí visible al completo, pues las obras realizadas en los noventa condenaron la zona de la “cacau”, el espacio donde había el carrete, una rueda con aletas que giraba con el impulso del agua y que era la encargada de dar fuerza a la maquinaria del molino. A pesar de ello el espacio está lleno de encanto y de elementos que nos hablan de otro tiempo.